viernes, 18 de abril de 2008

El dueño de IKEA: lujos los justos




Probablemente si os pregunto por Ingvar Kamprad (Suecia, 1926) me responderéis: “si claro hombre, Ingvar, ¡mi mejor amigo!” (ironía). Pero si os digo que, probablemente sea el dueño de la silla en donde estáis sentados, de las cortinas de vuestro baño o del champú con el que os ducháis todos los días, vayáis situándoos en el meollo de todo esto.


Ahí donde lo veis, con una pachorra increíble (yo en su lugar también la tendría), es uno de los hombres más ricos del mundo. O por lo menos así lo cree la popular revista Forbes, quién le ha otorgado el nada despreciable séptimo puesto. Y no es de extrañar si tenemos en cuenta que posee 31 millones de dólares en su cuenta corriente. Dinero con el que podrían vivir ahogadamente 669 familias españolas (gasto medio anual de 29.394 Euros).

Con una imagen alejada de las excentricidades, ostentaciones y derroches propios de un multimillonario, Ingvar se pasa al otro extremo. Muchas veces se le ha tachado de “tacaño” y, no sé si será cierto porque no tengo el gusto de conocerle pero si el tipo sigue utilizando el transporte público con la tarjeta de la 3ª edad, su coche es un Volvo de 18 años y repone las botellas de agua del mini bar de los hoteles en los que se hospeda con otras del supermercado, o es muy conservador o es un “agarrado” en toda regla. Quizás su crianza el la granja Elmtaryd, en el pueblo de Agunnaryd, al sur de Suecia, le haya dejado algún resquicio de austeridad.

Ya desde pequeño tenía claro lo que quería hacer con su vida: ser empresario. Y no se le dio mal al muchacho. Comenzó vendiendo cerillas a sus vecinos cuando era un jovencillo inocente. Los ingresos que le daban las cerillas no le debían llegar para chuches así que, en busca de más dinero, paso a vender pescado, adornos navideños, semillas, medias de nylon, bolígrafos… Como cualquier adolescente de 17 años, destino la propina que le dio su padre como recompensa a sus buenas notas, para abrir la que más tarde sería IKEA en 1943 (para el nombre utilizó sus iniciales y las de la granja y el pueblo donde creció).

Ya en 1947 introdujo los muebles en su repertorio de productos. El gran éxito que cosecho en este campo le llevó a centrarse única y exclusivamente en ellos. El negocio de Ingvar iba prosperando. La primera gran tienda IKEA se inauguró en Älmhult (Noruega) en 1963, y a partir de allí se ha ido extendiendo a lo largo y ancho del planeta.

El imperio IKEA cuenta con 220 tiendas repartidas a lo largo de 33 países, 90.000 trabajadores a su disposición, posee una facturación de 14.800 millones de Euros y un catálogo traducido a 25 idiomas con una tirada de unos 160 millones de ejemplares anuales.

Ingvar además, es uno de los sponsors de UNICEF y de otras organizaciones dedicadas al medio ambiente. Vive desde hace 30 años en Suiza junto con su esposa Margaretha y sus tres hijos: Peter (39) Jonas (36) y Mathias (34). Asegura ser feliz y verse con la fuerza suficiente para seguir activo y estar al frente de lo que se puede considerar, una verdadera mina de oro.

Desde luego, los hay con suerte.



Fuentes:



RAQUEL FRANCIA

1 comentario:

LaU dijo...

Me ha gustado tu post Raquel :)

Desde luego, lo que se me pasa por la cabeza cada vez que abro nuestro blog es "qué mal repartido está el mundo" y al leer sobre este señor lo reitero.

Ya puede ser sponsor de Unicef ya... Y espero, por favor, que haga en verdad algo provechoso con su dinero.

Tiene que haber de todo, sí, pero es que hay tantísima gente que nunca sabrá lo que significa la palabra "todo"...

Vaya, creo que hoy estoy cabreada con el mundo.

Un besito*