miércoles, 30 de abril de 2008

The boss asiático: Li Ka -Shing


“El éxito en la vida depende de la combinación de diferentes factores, pero el más crítico es la habilidad para aprovechar una oportunidad cuando se presenta y aplicar el conocimiento que uno ha desarrollado previamente".

Li Ka-shing nació en 1928 en Chozhou, en la provincia china costera de Guangdond, de dónde su familia emigró a Hong Kong, en 1940 huyendo de la guerra chino-japonesa. Poco después moriría su padre de tuberculosis en 1943. Con este panorama, a Li no le quedó de otra que dejar la escuela y cuidar y mantener a su familia. Bruscamente su vida dio un giro de 180º pasando de la despreocupada vida de un niño a la estresada y difícil vida de adulto. A los 12 años dejo los juguetes y se dedico de lleno a trabajar vendiendo correas de reloj y flores de plástico a lo largo de 16 horas diarias. A los 17 fue nombrado responsable de ventas, y dos años después ya era director general. La vida le empezaba a sonreír.

Su mano con la compra y venta le llevó a levantar su primera empresa, Cheung Kong, con la que hizo fortuna vendiendo flores de plástico que exportaba a Estados Unidos. Para entonces ya tenía 30 años. A partir de ahí, Li Ka-shing fue cosechando poco a poco éxito tras éxito. En 1979 se hizo a buen precio con Hutchison Whampoa, una sociedad de comercio colonial.

Uno de sus grandes éxitos fue la creación, y posterior venta al grupo Mannesmann, del operador de telefonía móvil Orange en Reino Unido. Para Li el secreto de alcanzar la fortuna es simplemente identificar un negocio rentable, invertir en él y venderlo cuando este en lo más alto. Así de simple. Todas estas, y otras muchas más acertadas actuaciones le han llevado a situarse en el onceabo peldaño de la archiconocida revista Forbes.

A pesar de que es asquerosamente rico con sus 78 años, no se olvida de su anterior vida. Aquella de pobreza, escasez, enfermedades, tristeza y penurias. Aspectos que hoy en día le caen muy de lejos pero que aun permanecen grabados en su cabeza. La enfermedad y muerte de su padre le caló hondo, de ahí a que financie numerosos proyectos educativos y sanitarios.

Pero, si no hubiera sentido en sus propias carnes el hambre y la pobreza, ¿ayudaría hoy por hoy a los más desfavorecidos?, ¿se acordaría de ellos?, ¿o el dinero a raudales y la vida intensa y “ocupada” le cegaría y le haría asentarse en el sillón del egocentrismo, egoísmo y despreocupación por los demás?

Ya que os sobra el dinero, hacer algo de provecho y darle alguna alegría a alguien (No lo digo por ti Li)
Raquel Francia Pérez
Fuentes:

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